Análisis Shadows of the Damned

Título: Shadows of the Damned        Plataforma: PS3 y Xbox 360

Género: Acción en tercera persona   Distribuidora: EA

No ha necesitado de excesivas inversiones en publicidad. No encontraremos posters de indecente tamaño en los centros comerciales ni en las marquesinas de las paradas de autobús. Desde que se anunció oficialmente en el Tokyo Game Show de 2010, la mejor y más potente arma comercial que Shadows Of The Damned ha tenido son sus propios creadores, un trio de ases de ojos rasgados con una legión de seguidores detrás suficiente para hundir o levantar la economia de un país pequeño. Grasshopper Manufacture, la ya veterana desarrolladora responsable de la saga No More Heroes, se alía con EA para traer una personal visión del infierno a nuestras PS3 y Xbox 360 con un arcade de acción que no da un minuto de tregua.

Shinji Mikami, una verdadera leyenda dentro del mundillo en cuyo historial laboral se incluyen iconos como Resident Evil, Devil May Cry o, más recientemente, el vertiginoso y espectacular Vanquish. El siempre polémico Goichi Suda o, si lo preferís, Suda 51, actual CEO de Grasshopper Manufacture, cabeza visible de las aventuras de Travis Touchdown en No More Heroes y buen tio en general. Y, para cerrar el círculo, el excepcional Akira Yamaoka, nada más y nada menos que el autor de la partitura de la mayor parte de la saga Silent Hill. Estos tres luceros del alba son la carta de presentación de Shadows Of The Damned al mundo y podéis dar por hecho que no es en vano. Se nota la mano de cada uno de ellos en este arcade de acción en tercera persona. Diseño, jugabilidad, sonido... Shadows Of The Damned es el patio de recreo que estos tres maestros se han montado para dar rienda suelta a una creatividad que parecía agazapada en sus entrañas y estaba esperando ser desatada.

 

 

GARCIA HOTSPUR. CAZADEMONIOS.

 

Cuando su amada Paula es arrastrada al inframundo por el archidemonio Fleming, Garcia, azote y castigo de las legiones del averno, no duda en lanzarse a un desesperado rescate que los llevará a él y a su fiel Johnson a atravesar los dominios de su némesis. Johnson no es un compañero cualquiera, tiempo atrás renegó de su naturaleza demoniaca para convertirse en una calavera en llamas con el poder de convertirse en una multiforme herramienta de destrucción. Resumiendo, el arma de García. Un arma con la que Garcia compartirá cómicos diálogos que harán de contrapunto a los sucesivos baños de sangre que se nos van presentando. Una buena química la de estos dos personajes, mientras Hotspur lleva el rol principal como hispano cazademonios de pelo en pecho con un puntito romántico, Johnson diluye la carga dramática como secundario cómico a base de jocosos comentarios como si de una sitcom guionazada por Dante Alighieri se tratase. No es un camino de rosas el que se le presenta a este singular duo. Al sufrimiento físico de los mil y un combates en los que lucharemos a brazo partido se une la tortura psicológica a la que es sometido viendo sufrir a su chica por medio de espejismos e ilusiones.No obstante Hotspur está curtido en este, su "modus vivendi" o, como diría Woody Allen "Un estilo de vida alternativo"

Encontramos pues que el planteamiento clásico de "chico-rescata-a-chica" es el pilar del simplote guión del juego. Los 5 episodios y las no más de 10 horas que dura la campaña transcurren entre tiros, desmembramientos, gore y chistes siempre bajo una estética "grindhouse" que seguro habrá hecho las delicias del mismísimo Robert Rodriguez. Y es que las referencias a clásicos del cine fantástico (Evil Dead, Cazafantasmas...) son una constante en el desarrollo del juego. Un desarrollo también marcado por breves pero contínuas cinemáticas que soportan el peso de la narrativa y conceden un respiro a nuestros índices y pulgares. No obstante el planteamiento de la historia nada o poco evoluciona a medida avanzamos, tampoco ha sido esa la voluntad de sus autores, el "storyline" de Shadows of the Damned está concebido como lo que es, un vehículo 4 X 4 desde cuyas ventanillas bajadas abrimos fuego sobre los poseidos vecinos de un pueblo en llamas que no buscan otra cosa que arrancarnos y devorarnos el corazón mientras este aún late.

 

EL INFIERNO DEBE PARECERSE A ESTO

 

Para mostrar esta personal visión del inframundo, Grasshopper (oh, sopresa) ha echado mano del motor gráfico más emblemático de esta generación, el Unreal Engine. Un software del que nuestras retinas empiezan ya a estar cansadas. Que nadie tema, Shadows of the Damned luce visualmente por encima de la media, pero es más por una cuestión de grotesco diseño que por unas nítidas texturas o unos destacados efectos lumínicos. Y esto va tanto para escenarios como para el modelado de personajes que, aunque suficientemente variados, adolecen de un bajo detalle gráfico y de unas toscas animaciones. Sin duda son los numerosos y espectaculares jefes finales quienes merecen de una especial y positiva mención

Lo más curioso de todo es que podríamos mencionar varios defectos técnicos más del juego como la lentitud inherente al engine cargando texturas o la sencillita IA implementada en nuestros enemigos, que se limitan a a correr hacía nosotros como alma que lleva... bueno, sí, el diablo. Pero aquí reside el mérito, aun cuándo objetivamente nos damos cuénta que Shadows of the Damned no es ningún portento visual, nos gusta lo que vemos. Por el macabro diseño general y por escenarios que, compartiendo como comparten una oscura y delirante atmósfera impregnada de terror presentan la suficiente variedad como para no hacernos caer en el tedio a pesar de la escasez de espacios abiertos.

A nivel de sonido, Yamaoka-san capta toda nuestra atención desde el mismísimo primer segundo. Nada más oir los primero compases de guitarra española en la intro ya caemos en la cuenta de que a cargo de la BSO no hay ningún aprendiz. El repertorio musical que este artesano muestra en Shadows of the Damned es variado e inmersivo y contribuye en mucho a dar ese toque tétrico al juego que por momentos nos hace rememomar su brillante partitura para Silent Hill 3. También en este plano, los aullidos, gritos y demás espeluznantes efectos de sonido consiguen hacernos preferir jugar con la luz encendida. Si, además, contamos con buen equipo surround , los sobresaltos y taquicardias están aseguradas. En otro orden de cosas, sin abandonar el apartado, nos habría gustado un buen doblaje al castellano con un marcado acento mejicano para Hotspur, pero nos tenemos que conformar con su, por otro lado, potente y agria voz original que eventualmente nos soltará algún "magnífico", "pendejo" o "cabrón"... por nombrar las más suaves, vamos.

 

UN ARMA DE DESTRUCCIÓN MASIVA LLAMADA JOHNSON

 

Tal y como decíamos unas lineas atrás, Shadows of the Damned es un juego de acción  en tercera persona. Muy en la linea de las últimas entregas de Resident Evil (podemos disparar mientras andamos, que no cunda el pánico), manejamos a Hotspur casi tal cual movimos a Leon S. Kennedy la pasada generación de consolas. Si bien, como decimos, el juego gana en dinamismo respecto a la saga de Capcom, es cierto que pierde algo de terreno con el ángulo elegido para la cámara. No es un problema en sí mismo pero en situaciones de combate a corta distancia nos puede jugar alguna que otra mala pasada, pero insistimos, nada grave.

El tacto y la jugabilidad a la hora de esquivar, abrir fuego y acertar (el pilar de este apartado) es más que satisfactorio. Con la ayuda de una luz parecida a una mira láser, Johnson, nuestra parlanchina arma multiforme, podremos desmembrar y decapitar a los enemigos normales casi con la precisión de Isaac Clarke en Dead Space. Con unos diseños muy especiales la renegada caravela podrá convertirse en pistola, ametralladora y escopeta, al margen de su forma normal, una antorcha que también podremos usar para medir el lomo de las huestes de Fleming. Este arsenal podrá ser potenciado gracias a unas gemas que iremos recogiendo y comprando en nuestra travesia. Estas joyas tambíen nos serán útiles para adquirir munición y unos "botiquines" un tanto especiales, aquí la energia no se recupera escondiéndonos tras una esquina. Alcohol. En el averno las cosas no funcionan como en la realidad y nuestro sistema hepático no se ve afectado por el tequila o la absenta, al contrario.

Abrirnos camino por esta sórdida dimensión no es sólo cuestión de tiros. Cada cierto tiempo nos veremos sumergidos en una oscuridad que debilitará nuestra barra de energia y hará invencibles al ejército de Fleming. Para iluminar ese tipo de situaciones nuestro arsenal contará con un disparo secundario que tendremos que usar sobre unas rumiantes cabezas de cabra (sí, habéis leido bien) o unos aparatos de fuegos artificiales maquiavélicamente colocadas con el fin de disipar esa oscuridad. Del mismo modo habrá que actuar con los demonios expuestos a ese negror. Antes de poder acabar con ellos tendremos que acertarles con uno de esos disparos, algo parecido a lo visto en Alan Wake. Esta mecánica, salpicada con algún que otro esporádico y asequible puzle consigue ponernos en frenéticas situaciones límite capaces de subir las pulsaciones al jugador más experimentado.

Aunque alguna que otra vez nos moveremos en espacios abiertos de considerable tamaño, la estructura "pasillera" del juego es innegable. Esto, entre otras cosas, ha facilitado la labor del estudio a la hora de elegir donde colocar estrategicamente los escatológicos puntos de control. Como antes mencionábamos, los jefes finales llaman en especial nuestra atención. Estos son de manual, de tamaño considerable en su mayoria, con sus correspondientes rutinas de ataque y con sus puntos débiles. Cada batalla contra estos colosos requiere un pequeño estudio previo por nuestra parte y una adecuada dosis de habilidad. Aquí el movimiento esquiva de Hotspur es, como podéis imaginar, vital. No obstante podemos afirmar que Shadows of the Damned, el menos en el modo de dificultad normal, es un juego que si bien no es un paseo por el campo, no ofrece un reto especialmente complicado a poco diestros que seamos con el pad.

 

VERY IMPORTANT PENDEJOS

 

Con sus virtudes y defectos, la cruzada de García Hotspur en busca de su ángel no busca revolucionar un género ni dejar boquiabierto al jugador con alardes técnicos. Su fin es algo tan simple y noble como divertir, divertir con la impronta personal de sus creadores marcada a fuego. Irreverente, frenético, macabro... Suda 51, Mikami y Yamaoka se lo han pasado en grande desarrollando Shadows of the Damned. Nos dejamos cosas en el tintero que no queremos estropear, podéis estar seguros que aunque la rejugabilidad del título sea casi nula, dado que no tenemos online ni mayores metas que tras los créditos finales, el buen sabor de boca que se nos queda tras completarlo es un inequívoco indicio de lo bien que lo hemos pasado.

 

LO MEJOR

  • Pura acción en tercera persona de manual.
  • El cocktail terror-acción-humor agitado y mezclado con maestria.
  • Algunas delirantes fases SOBRE LAS QUE NO HEMOS COMENTADO NADA EN EL TEXTO.
  • Arsenal escaso pero en constante evolución.
  • Ambientación y diseño.
  • Lujo en la banda de sonido.

 

LO PEOR

  • Animación de personajes algo tosca.
  • Escasa rejugabilidad
  • La cámara puede jugarnos alguna que otra mala pasada con muchos enemigos en pantalla.


NOTA: 8/10