Análisis Final Fantasy XIII. La revolución del rol japonés.

Nombre: Final Fantasy XIII                               Plataforma: Playstation 3 | XBOX 360 

Género: Rol                                                   Distribuidora: Koch Media

Si se pudiera cubicar el caudal de los ríos de tinta que genera el desarrollo de una nueva entrega de la saga Final Fantasy, probablemente nos echaríamos las manos a la cabeza al descubrir la tremenda presión mediática que soporta la franquicia iniciada por el diseñador japonés Hironobu Sakaguchi allá por 1987. No es para menos, muchas de las grandes joyas del rol nipón se encuentran dentro de este atemporal universo que tantas satisfacciones ha dado a los aficionados al género. Tras cinco años de desarrollo y unos valores de producción que no conocen precedentes, llega a Europa Final Fantasy XIII, el último episodio de una serie que es historia pura en la industria de los videojuegos.

Anunciado a los medios durante el ya lejano E3 2006, Final Fantasy XIII se ha paseado desde entonces por medio mundo, desgranándose, unas veces de manera torrencial y otras con cuentagotas, en noticias, videos, imágenes y un sinfín de datos que sus legiones de seguidores han devorado, ávidos de cualquier pellizco de información que pueda mitigar la eterna espera hasta la salida del juego. Esto es así, pocas franquicias igualan en costes de producción a los títulos de la vaca sagrada de Square Enix, así como pocas franquicias llegan a manejar las cifras que esta saga baraja a lo largo y ancho del planeta Tierra

Una de cifras fantásticas

Lejos de querer hacer un exhaustivo repaso estadístico a los números que la franquicia mueve, sí nos parece oportuno, antes de entrar de lleno en el análisis de la nueva entrega, comentar algunas curiosidades que a buen seguro os resultarán de lo más interesantes. Por ejemplo, como la mayoría sabréis, Final Fantasy salió a la venta en Japón hace "sólo" unos pocos meses, el pasado 17 de Diciembre concretamente. Bien, pues en las 24 horas posteriores a su salida el juego ya había vendido un millón de copias, para llegar, algo más de una semana después, a la nada despreciable cifra de 1.6 millones. ¿Sorprendidos? No deberíais. Si hacemos un cálculo de las unidades vendidas desde la fundación de la franquicia, la cantidad se eleva por encima de los 90 millones, convirtiéndose con ese record en la tercera franquicia de videojuegos más vendida del mundo.

¿Alguien ha nombrado la palabra merchandising? La lista de productos licenciados por la marca parece no tener fin. Llaveros, peluches, ropa, bolsos, cartas, figuras... incluso, con motivo de esta decimotercera entrega, Square alcanzó un acuerdo con la marca de bebidas Suntory (muy conocida en el país del sol naciente) para lanzar al mercado Elixir, una edición limitada de refrescos energéticos en un pack especial de 16 latas personalizadas con los personajes de Final Fantasy XIII... sabor a lima y aloe, sirvase muy frio. Y es que una trayectoria de 23 años no es para tomarla a la ligera. Los 19 juegos oficiales que hemos podido disfrutar a lo largo de este tiempo han hecho de la franquicia lo que es hoy día, el punto referencial del rol japonés en el que prácticamente todas las compañías se miran cuando tienen el valor suficiente para adentrarse en el terreno que Square Enix domina y controla ferozmente.

Final Fantasy XIII

Adentrémonos en uno de los principales pilares sobre los que se apoya esta nueva entrega, su historia. En esta ocasión nos alejamos de la ambientación medieval para volver a entrar en las atmósferas futuristas que tan buenos resultados dieron en los capítulos VII y VIII de la saga. Final Fantasy XIII nos emplaza en un mundo cuyo único reducto humano se encuentra en una vastísima metrópolis flotante llamada El Nido (Cocoon en el original). En ella sus habitantes están a salvo del inframundo que, según el Sanctum (el órgano de gobierno que "vela" por la seguridad de El Nido con mano de hierro y guante de seda), es Paals, la tierra bajo la gran urbe. Bajo el divino manto protector de los Fal´cie, El Nido ha florecido y prosperado en una aparente y relativa armonía. Pero todo cambia cuando una de estas deidades procedente del temido Paals llega a los dominios humanos y se desata el caos. El Sanctum no duda en llevar a cabo la denominada Purga, un eufemismo usado para exterminar a todo aquel que pueda obstaculizar sus ocultos planes.

Bajo esta trama, las vidas de seis personajes se cruzan por los avatares del destino y por una marca común, la de Lu´cie, con la que los fal´cie señalan a algunos humanos para convertirlos en sus sirvientes. Viéndose estos abocados a cumplir la misión que sus nuevos amos les encomiendan se les garantiza, de cumplirla, una cristalizada vida eterna. En caso contrario, se convierten en dantescos Cie’th, un destino peor que la muerte. Lightning, Sazh, Snow, Vanille, Hope y Fang, los seis protagonistas de esta fantástica epopeya, tendrán que descubrir cual es la misión que la mística deidad les encomendó, pues sólo tienen como onírica pista principal unos extraños sueños en los que El Nido es arrasado hasta los cimientos.

Sin haber desvelado nada especialmente relevante, estos son los primeros compases de la elaborada historia de Final Fantasy XIII, un punto de partida en el que comenzará la evolución personal de cada uno de los personajes. Y es que, aunque quizás podríamos señalar a Lightning o a Snow como los personajes de mayor protagonismo, en Final Fantasy XIII no vamos a tener a un Cloud Strife o a un Vaan cuyas vicisitudes marquen el hilo narrativo del juego. Aquí es el equipo en su conjunto el que protagoniza la historia y en ella y a lo largo de los 13 capítulos que la componen, manejaremos al grupo de muy distintas maneras, ya que habrá momentos en que sus caminos se crucen y otros en que tomen distintos derroteros, como si de una futurista comunidad del anillo se tratase.

Esta división, en apariencia sin demasiada importancia, no carece de ella ya que aporta una amena variedad tanto al relato como a la jugabilidad en sí. Las distintas formaciones del grupo darán lugar a constantes enfrentamientos, discusiones y a un sinfín de sentimientos encontrados, al más puro estilo anime japonés, que nos hacen seguir con interés la épica aventura de esta singular pandilla cuyas marcadas personalidades se perfilan hasta la saciedad. Lo que consigue que, quien más quien menos, se identifique con alguno de sus miembros. En resumen, Final Fantasy XIII nos envuelve en una historia con escasas asperezas que limar, siendo la que más destaca la falta de un némesis que permanezca en nuestro recuerdo y al que podamos rememorar en el futuro como hoy lo hacemos con el endiosado Sefirot.

Mucho se ha discutido y especulado sobre el papel que ese infame e intangible ser llamado linealidad juega en Final Fantasy XIII. Digámoslo alto y claro, esta temida linealidad ha estado presente en todos y cada uno de los títulos de la franquicia. Pero, ¿por qué tanto ruido en esta ocasión? Pues porque en esta decimotercera entrega se hace demasiado evidente. Con el hilo conductor que nos brinda la elaborada trama, nos sumergimos en horas y horas donde se suceden constantes batallas ambientadas en preciosistas escenarios, donde nuestro único descanso reside en las también muy numerosas escenas no interactivas en las que se narra el destino de este heterogéneo grupo de héroes.

Se reducen al mínimo las aldeas o pueblos que visitar, los tradicionales comercios donde comprar, vender o mejorar nuestro equipo se convierten en unos sencillos carteles luminosos desperdigados por el mapeado en donde también se puede guardar la partida. Desaparece la opción de intercambiar algunas palabras (insustanciales casi siempre, es cierto) con los habitantes de pequñas urbes, etc, etc. Final Fantasy XIII es un título que vive por y para una sobresaliente y trabajada historia, un elaborado sistema de combate y un apartado técnico de infarto. Subrayamos las palabras de Yoshinori Kitase, uno de los más veteranos miembros de Square-Enix y productor de Final Fantasy XIII, cuando saltó a la palestra al hilo de las críticas recibidas tras el lanzamiento japones del juego: "Buscábamos algo parecido a la experiencia de un juego de acción en primera persona en la que el jugador avanza rapidamente a través de eventos dramáticos, uno tras otro". Que los fans de la saga esten de acuerdo con este cambio de rumbo ya es harina de otro costal, eso está claro.

La fantasía final como nunca antes la habías visto

Que a día de hoy una escena con gráficos generados por ordenador nos asombre es algo casi impensablem dada lo curtido de nuestras retinas acostumbradas a horas y horas de imaginería digital. Pero introducir el disco de juego en nuestra consola y quedar hipnotizados por el trabajo conjunto realizado por diseñadores y grafistas de Square es todo uno. Asistimos, sin temor a equivocarnos, a las escenas generadas por computadora más avanzadas de la historia de los videojuegos. Si os apetece contemplar algo superior os recomiendo visitar vuestra sala de cine más próxima para ver Avatar, la última locura tecnológica de James Cameron.

Con esta nueva entrega se estrena también el poderoso motor gráfico Crystal Tools, una asombrosa herramienta creada desde los cimientos para Final Fantasy XIII. Motor que, en las expertas manos de los artesanos digitales de Square Enix, se muestra como uno de los mejores útiles para el desarrollo de entornos virtuales, así de claro. Esto, sumado al gusto por el detalle que profesa Tetsuya Nomura y su equipo diseñando los personajes (menudas expresiones faciales), la espectacularidad de sus escenarios (destacando sobre todo los exteriores), la ingente cantidad de efectos visuales y la imposibilidad de ser testigos de la más mínima bajada en la tasa de imágenes por segundo, hacen del juego un profundo abismo que cruzar para aquellos estudios que quieran superar visualmente esta nueva entrega

Al igual que el salmón combate la corriente del rio remontándolo, Square desoye las actuales tendencias y hace que nos sea casi imposible conseguir algún cambio en la estética de los protagonistas. Y decimos casi porque las únicas alteraciones visibles en los personajes radican en el armamento. En este aspecto, el estudio continúa la linea que ellos mismos marcaron en anteriores capítulos y sigue obcecándose en no dejarnos personalizar a sus creaciones, lo cual no es algo que desvirtúe en demasía el conjunto. Pero desde estas líneas alzamos la voz para que sea un atractivo más en las siguientes entregas.

En cualquier caso, nuestro recorrido está lleno de contrastes. Pasamos continuamente de hermosos parajes naturales como el cristalizado lago Bresha a futuristas entorno como la base Psicom. Oscuros y olvidados templos, frondosos bosques o extensas llanuras sacan lo mejor de la amplia paleta de colores usada, dándonos una variedad y una riqueza visual que hacen que pasemos por alto algunos detalles (que los tiene) que podrían haberse pulido algo más.

Sinfonía para una mística epopeya

Comentabamos unos párrafos más arriba el hipnótico magnetismo que ejerce sobre nosotros Final Fantasy XIII nada más introducir el disco en la consola. Bien, pues no es solamente la calidad de las imágenes que contemplamos la conjuradora de tal hechizo. La partitura compuesta por el maestro Masashi Hamauzu es tan responsable como las escenas cinemáticas, o más, de que ocurra esta maravillosa magia. Por un lado, lamentamos la pérdida de Nobuo Uematsu (un nombre legendario en la saga) en esta entrega, pero celebramos y aplaudimos el trabajo de Hamauzu-san y de la Orquesta Filarmónica de Varsovia (dirigida por Yoshihisa Hirano) regalándonos los oidos con los más de 80 temas que incluye la banda sonora de esta última fantasía final.

La excelsa banda de sonido se nutre de todo tipo géneros musicales. Disfrutaremos desde algunas de las mejores melodías orquestadas para un videojuego, hasta temas que apuntan más hacía un rock ligero o canciones más modernas y eléctronicas. En cualquier caso, y aún teniendo en cuenta las más de 50 horas que nos llevará completar la aventura, garantizamos que para nada se nos hará cargante el apartado musical del juego. Todo lo contrario, probablemente su banda sonora sea uno de los discos más buscados por los fans del género en la actualidad. Mención especial para la cantautora británica Leona Lewis y su canción "My Hands", elegida por Square para ser el tema principal del juego en occidente (en oriente el tema central es “Kimi Ga Iru Kara”, interpretado por Sayuri Sugawara) y que podremos oir en varios momentos de la aventura.

Nos habría gustado que Final Fantasy XIII fuese el primer título de la saga con un doblaje al castellano, pero entendemos que el elevado coste del mismo es un férreo obstáculo. No obstante, se nos presentan unas excelentes voces en inglés (con actores de famosas series de tv prestando sus cuerdas vocales) reflejadas en la sorprendente sincronización labial de los protagonistas y una buena traducción al castellano. Más que suficiente.

Eidolones, Active Time Battle, Crystarium... jugando a Final Fantasy XIII

Tras completar lo que podríamos llamar el tutorial básico de lucha, aproximadamente las dos primeras horas de juego, podemos caer en la tentación de tachar de simple y fácil el sistema de lucha del juego, su verdadera columna vertebral. Nada más lejos de la realidad. A medida que avancemos seremos testigos de cómo los innumerables combates se tornarán cada vez más profundos y complejos. La tradicionales peleas por turnos pausados dejan paso a Active Time Battle, la lucha en tiempo real en que no hay un solo momento para tomar aliento o para plantear ésta o aquella estrategia. Para paliar esta, a priori, estresante forma de combate, controlaremos a un sólo personaje del grupo (el guión irá dictando a quién) y en equipos que no superarán los tres miembros en ningún momento.

De este modo, una barra dividida en varios segmentos situada sobre el menú de acciones de nuestro heroe irá creciendo para marcar el momento de actuar, usando los comandos destacados para ello: Ofensiva, Habilidades, Habilidades PT (donde entran las invocaciones y que necesitan de unos puntos especiales) y Objetos. Igualmente, podremos ordenar a nuestros compañeros de batalla que tomen distintos roles (Castigador, Fulminador, Protector, Sanador, Obstructor e Inspirador) en medio de la misma, cambiando de formación con sólo pulsar un botón. Es más, teniendo en cuenta que vemos a nuestros enemigos patrullar o rondar los escenarios que atravesamos, los combates no son aleatórios y en muchas ocasiones tenemos la opción de evitarlos, de darnos ciertas ventajas usando los vapores preventivos (que actúan subiendo temporalmente nuestros valores de ataque, resistencia etc.) e incluso, si tenemos un poco de suerte, sorprenderlos con un ataque furtivo.

Desaparecen también los tradicionales puntos de experiencia para dejar paso al Crystarium, una evolución del tablero de habilidades de Final Fantasy X. En él podremos ir mejorando cada uno de los roles antes mencionados usando los puntos que iremos ganando tras finalizar los combates. Cuanto más efectivos seamos zanjándolos más recibiremos. No faltan a la cita los momentos más espectaculares de las batallas, las invocaciones. En esta entrega reciben el nombre de Eidolones y cada personaje tendrá el suyo propio (a cual más espectacular) y, aunque físicamente estas semi-deidades han cambiando notablemente, se siguen manteniendo los nombres de siempre (Odín, Shiva...) y han ganado en profundidad jugable ya que, para empezar, si queremos aliarnos con ellos tendremos que derrotarlos en unas batallas muy especiales en las que habremos de ganarnos su respeto actuando de una manera concreta en cada caso. Aquí la habilidad Libra se hace imprescindible.

Además, una vez con ellos en el menú de acciones, tendremos acceso a un buen número de combinaciones de botones que darán lugar a devastadores ataques que mermarán sobremanera las barras de vida de nuestros adversarios. Otro nuevo elemento que dota de mayor profundidad las batallas es la barra de aturdimiento que cada enemigo tiene. Si enfocamos una buena cadena de ataques dicha barra irá subiendo y, una vez a tope, el contrario resultará aturdido y nuestros golpes tendrán mucha mayor efectividad. Nos adentramos ya en el espinoso terreno de lo personal cuando pasamos a valorar el sistema de combate de Final Fantasy XIII. Puedes odiarlo o puedes amarlo, pero lo que no admite discusión es que es el más profundo y elaborado hasta la fecha en la saga. No en vano y como mencionábamos antes, es la espina dorsal sobre la que se sotienen horas y horas de juego. De haberse simplificado la valoración global del juego habría caído en picado, sin duda.

¿El camino a seguir?

El rumbo que ha tomado la saga con esta decimotercera entrega no está exento de polémica. Yoshinori Kitase y Motoru Toriyama, productor y director del juego respectivamente, han potenciado hasta lo indecible tres importantes apartados en Final Fantasy XIII, su historia (pata negra), el magno apartado audiovisual y el sistema de combate más profundo y elaborado que ha conocido la serie, sin olvidar los colosales valores de producción, por supuesto. En la otra mano (como dirian en tierras anglosajonas) y a excepción del bellísimo capítulo 11 donde se nos da por fin la oportunidad de explorar un vasto entorno abierto con las "misiones de caza", se elmina de un plumazo toda opción de descansar de los continuos combates con alguna actividad alternativa, así como casi cualquier interacción con otros personajes que desemboque en tramas o misiones secundarias; en otras palabras, se hace demasiado lineal.

El impacto en los aficionados al rol digital más tradicionales es inevitable. Que acepten o no esta nueva fórmula, sólo el tiempo y las cifras de ventas lo dirán. Pero el hecho es que, en el momento de escribir estas líneas, Final Fantasy XIII es ya el capítulo de la saga que mayor número de unidades ha vendido en sus primeros días en EE.UU. superando el millón en menos de una semana. De ser esta la respuesta del público ¿será también este el camino a seguir en el horizonte del rol japonés? Recordemos que Square Enix es también la responsable de otro gran estandarte rolero, Dragon Quest. En cualquier caso, esta nueva fantasia final que nos trae el gigante nipón está repleta de hermosos momentos, épicas batallas y de un elenco de personajes que dotan al juego de algunos de los mejores momentos en la saga. Momentos que, a buen seguro, permanecerán en la memoria de todos aquellos seguidores de la serie que no tengan reparos en acompañar, batalla tras batalla, a este variopinto grupo en su lucha por salvaguardar esa utopía flotante llamada El Nido.

Lo mejor

• El alto nivel visual. A veces nos costará distinguir entre cinemáticas y escenas generadas por el engine del juego.
• Trama, personajes... todo lo referente al guión.
• Sistema de combate. Dinámico, ameno y profundo... aunque las batallas se sucedan hasta la extenuación.
• La banda sonora. Imprescindible en la discoteca de cualquier fan de la saga.
• Las escenas cinemáticas. La alta definición en su máximo esplendor.
• Duración. 50/60 horas de aventura son unas cifras más que razonables.

Lo peor

• Es inevitable comentarlo. Su excesiva linealidad.
• El constante flujo de batallas puede llegar a cansar.

NOTA 8.5/10