Análisis Just Cause 2. Receta para el caos social

Nombre: Just Cause 2                                                    Plataforma: PlayStation 3 | Xbox 360 | PC

Género: Acción                                                             Distribuidora: Koch Media

Hace ya cuatro años que Just Cause llegó a nuestras tiendas. El título nos proponía acción y destrucción a raudales, todo ello a través de más de mil kilómetros cuadrados para recorrer con completa, total y absoluta libertad. Sin embargo, y a pesar de tan atrayente oferta, diversos aspectos en la jugabilidad causaron que el juego no llegara a enganchar, dejando lo que podría haber sido un grandísimo juego a mitad de camino. Y ahora, después de todo este tiempo, Avalanche Studios vuelve con Just Cause 2, dispuesta a seguir con las peripecias de Rico Rodríguez, mejorando los puntos fuertes de su predecesor y eliminando sus taras. ¿Lo habrán conseguido? Veámoslo.

HISTORIA

Han pasado años desde que Rico Rodríguez culminara con éxito su misión en las islas de San Esperito. Ahora la Agencia le ha dado una nueva misión, esta vez en la República de Panay, en el sudeste asiático. Este archipiélago, considerado vital para mantener los intereses estadounidenses en la región por la CIA (que es la agencia a la que nos referimos con lo de la Agencia), ha sufrido recientemente súbitos cambios en el poder. El anterior presidente, llamado Papá Panay y colocado ahí con la ayuda de la Agencia, ha sido derrocado y asesinado por su propio hijo, Pandak Panay, un hombre sin ninguna valía en absoluto del que nadie esperaba nada. Pandak Panay se ha dedicado a armar el país desde su parricidio, amén de imponer un culto a su persona a sus súbditos.

Para vigilar esta olla a presión política a punto de estallar, la Agencia mandó a uno de sus mejores hombres, Tom Sheldon, amigo y mentor de Rico. Sin embargo Sheldon a cortado todo contacto de una forma sospechosa. Por tanto, la misión de Rico es comprobar si Sheldon está bien o si, en el peor de los casos, se ha corrompido, en cuyo caso se hará necesario ocuparse de él.

Para conseguir localizar a Shledon, Rico deberá buscar información y ayuda de las facciones disidentes de Panay. Las mayores de estas facciones son tres, los Cucarachas, los Segadores y los Ular. Los Cucarachas dominan el crimen organizado de Panay, controlado por el implacable Razak Razman. Los Segadores reclaman el credo socialista y tratan de liberar las islas del tiránico gobierno, a pesar de que su lider, Bolo Santosi, es una mujer despiadada que utiliza a sus hombres para conseguir sus objetivos personales de poder. Y para acabar, los Ular dicen ser descendientes de los indígenas de la isla, que reclaman para sí. Los lidera Sri Irawan, una persona culta pero aún más sanguinaria que sus hombres, que ideales aparte no dejan de ser una banda de psicópatas asesinos.

Durante el cumplimiento de su misión Rico se dará cuenta de que la situación en Panay parece orquestada por interferencias foráneas. Para descubrir quien es el que maneja los hilos, Rico emprende una campaña con el fin de derrocar al gobierno de Panay y obligar a la persona en la sombra a dar la cara. Con ese objetivo deberá seguir ayudando a las facciones disidentes en sus luchas respectivas. Y también, como no, deberá dedicarse a lo que mejor se le da: traer el caos.

Pandak Panay ha sembrado todo el archipiélago de estas gigantéscas estatuas suyas.

Cualquier psiquiatra diría que trata de compensar algo...

Éste es, básicamente, el hilo argumental de Just Cause 2. Hay que tener en cuenta que el juego se basa sobre todo en la parte de desatar de caos, y con resultados notables, la verdad. Por tanto, a pesar de no ser una historia digna de un guión de Hollywood (uno de los buenos, me refiero), es más que suficiente para guiarnos un poco a través de la acción y darnos un objetivo. Más que suficiente en este caso

GRÁFICOS

Mientras que el primer Just Cause tenía unos gráficos buenos, aunque sin muchos alardes, esta secuela es realmente sobresaliente en este aspecto. Los paisajes de Panau son dignos de una postal. En los más de mil kilómetros cuadrados de islas de que dispondremos, podremos recorrer todo tipo de localizaciones; desde un área nevada y montañosa, una zona desértica y árida o hasta la consabida zona selvática más típica de esas latitudes. La geografía de estos lugares está realmente conseguida. Cuando atajemos por la selva podremos olvidarnos de encontrar un solo trecho de terreno regular; todo estará plagado de desniveles, montículos de tierra, rocas, raíces y tocones desperdigados por doquier. Como en una selva real, pero sin mosquitos, vamos. La orografía de las montañas también está muy lograda, con montañas abruptas y, también, completamente irregulares, tanto más necesario en este caso.

No sólo nos moveremos por entornos naturales, por supuesto. En nuestra propagación compulsiva del caos también pisaremos muchos asentamientos creados por el hombre. Veremos desde pequeñas aldeas, poco más que un puñado de chozas en un claro de la jungla, a grandes ciudades como la capital de Panau, dividida en cuatro grandes sectores debido a su tamaño y con numerosos parques y rascacielos. Sin olvidarnos de las numerosas bases militares que Pandak Panay ha puesto a nuestra disposición para saciar nuestra sed de sangre y destrucción. Todas estas localizaciones, tanto naturales como artificiales, harán gala de unas buenas texturas que ayudarán a que el acabado gráfico del juego sea tan sólido como agradable.

La sociedad actual nos obliga a tratar de ir cada vez más rápido a los sitios,

aunque para mí que esto es pasarse...

Además hay que decir que el juego presta gran atención al detalle. Por ejemplo, mientras estemos en las montañas de Berawan Besar no sólo veremos cómo caen pequeños copos de nieve sobre nosotros, sino que también la veremos sobre Rico y su traje. Cuando estemos entre las arenas del desierto de Lautan Lama notaremos el traje sucio de polvo y tierra, así como notaremos la humedad en el cuero de nuestras ropas al salir del agua. Otro detalle acuático será el efecto de oleaje en las playas y costas de las islas, un detalle que no todos los juegos tienen (los que tienen agua, se entiende). Como parte negativa a todos estos detalles, decir que su efecto desaparece de una forma demasiado rápida y brusca. Por tanto saldremos empapados de un remojón en las aguas cristalinas para, en unos pocos segundos, voilá, ya estamos perfectamente secos. Sin embargo, estas pequeñas taras son insignificantes con respecto al nivel de calidad y detalle alcanzado por la gente de Avalanche.

Los efectos de luz también están a la altura del resto del acabado visual. Mención especial merecen el amanecer, que cubrirá todo con una luz anaranjada tan cegadora como hermosa, o el efecto de la luz a través del agua cuando nos veamos abocados a recorrer los dominios de Poseidón. Los efectos luminosos derivados de las explosiones, parte indispensable del juego, también rayan a un buen nivel. Así, veremos un montón de chispas, más que correctamente logradas, al atacar un generador eléctrico. O el fuego que sale del motor de un helicóptero que esté en nuestro punto de mira, con la lógica deflagración subsiguiente. Y ya que estamos con las explosiones, la física de Just Cause 2 también es bastante buena. Será un verdadero placer el ver cómo la chimenea industrial de un complejo militar, con una pequeña ayuda nuestra en la forma de dos granadas de mano,  comienza a inclinarse lentamente, se parte poco a poco y acaba convertida en un montón de escombros que caerán como una lluvia pétrea. O cuando al volar un depósito de combustible veremos caer trozos calcinados de metal a veinte o treinta metros de distancia. Y todo esto de una forma bastante convincente.

Un bucólico tiroteo aéreo al amanecer en un entorno paradisíaco.

Cualquier agencia de viajes te clavaría por esto como "turismo de aventura"...

Si hay algo que se pueda objetar al aspecto gráfico de Just Cause 2, son los modelos de los personajes y los vehículos. Los personajes del juego están bien acabados, cierto, pero la calidad que tienen no llega al nivel de cuidado y mimo que el del resto del mundo que nos rodea. Los modelos de los vehículos, por otra parte, serán insuficientes para el centenar, más o menos, que podremos controlar. Por tanto, las diferencias entre muchos serán tan mínimas que no podremos saber que coche en concreto estamos robando hasta que, al hacerlo, aparezca su nombre en una esquina.

SONIDO

El apartado sonoro de Just Cause 2 cumple su labor de forma correcta, poco más. Ojo, no es que sea malo, es sólo que no pasa de eso. La música nos acompañará de fondo todo el tiempo. Habrá diversos temas dependiendo de la situación, más tranquilos cuando vayamos sobrevolando la selva de Panau con nuestro paracaídas o más frenética en mitad de un tiroteo, por ejemplo. Sin embargo la música acompaña de tal manera que apenas notaremos su presencia. No molesta ni se hace repetitiva, cosa muy de agradecer, pero tampoco llama la atención lo más mínimo.

En cuanto a los efectos sonoros hay que decir que, sin llegar a destacar demasiado, están bastante bien conseguidos. El ruido de los motores de los vehículos que podremos pilotar, el sonido de las balas y las explosiones a nuestro alrededor, el sonido de las estatuas al ser derribadas... todo ello dará bastante bien el pego y nos ayudará a meternos de lleno en la acción.

Por último, señalar que Just Cause 2 está totalmente doblado al castellano. Algunas voces no acaban de cuadrar con el personaje, la verdad. Como en el caso de Rico, desgraciadamente. Sin embargo el doblaje tampoco es en absoluto malo, y eso es algo muy de agradecer en cualquier juego.

Cierto que algunas voces no cuadran con el personaje, pero al menos descuadran en castellano.

¿Qué más se puede pedir?

JUGABILIDAD

Este es uno de los apartados más desarrollados del juego. Se basa, principalmente, en destruir casi cualquier cosa que se nos ponga por delante. Y ya está. Sin molestarnos en seguir una historia compleja ni devanarnos los sesos en complicadísimas estrategias para tratar de vencer a enemigos imposibles. Nuestra misión es traer el caos a Panau. Punto. Dicho así suena terriblemente simple, con posibilidades de hacerse repetitivo y hasta aburrido. Pero nada más alejado de la realidad. Just Cause 2 nos mantendrá mucho tiempo delante de nuestras pantallas, disfrutando de una orgía de destrucción. Y es que admitámoslo, ¿quién no ha deseado arrasar con todo lo que nos rodea en nuestra vida diaria? Pues eso es lo que podemos hacer en este archipiélago del sudeste asiático.

En cada uno de los 438 emplazamientos que nos encontraremos en Panau habrá una cantidad de elementos propiedad del tiránico gobierno. Ya sean generadores eléctricos, silos de munición, depósitos de gas o combustible, transformadores o generadores eléctricos, chimeneas industriales, grúas... Cualquier cosa con la estrella blanca de la República de Panau puede y debe ser destrozada. Además también nos encontraremos, ocultas, piezas de mejora para nuestras armas, vehículos y nuestra barra de vida. Una vez encontradas todas y arrasados todos los elementos gubernamentales, el medidor de caos de esa localización llegará al cien por cien, lo que nos indicará que podemos pasar a otro sitio a seguir luchando por los intereses del tío Sam.

Cada vez que destruimos algo, encontramos una mejora o completamos misiones o emplazamientos, recibiremos puntos de caos. Estos puntos nos servirán para ir desbloqueando nuevas misiones de la Agencia (historia), tomas de fortaleza para las distintas facciones (misiones especiales que culminarán con la conquista de alguna facción de una base importante. Nosotros las usaremos después como punto de control), misiones simples para nuestros rebeldes aliados o nuevos elementos para adquirir en el mercado negro (que se moverá por las islas en helicóptero, lo que nos permitirá llamarlo y abastecernos dondequiera que estemos.

Y gracias a esto será como avanzaremos en el juego. El juego nos durará apenas unas diez u once horas si nos dedicamos exclusivamente a seguir con la historia. Bastante poco, la verdad. Pero, sinceramente, para jugarlo de esa manera mejor ni jugarlo. Just Cause 2 está pensado para explorar, buscar cuantos emplazamientos para destruir podamos, realizar misiones (básicamente para tener alguna excusa para destrozar algo) y para dirigirnos allí donde pensemos que se necesita algo de caos. Bien jugado nos durará mucho, mucho, pero que mucho más.

Un elemento importante del juego es el gancho de anclaje. Con una longitud de unos cien metros, este gancho es capaz de adherirse a cualquier superficie. Y bien usado nos servirá para prácticamente cualquier cosa. Obviamente, podremos usarlo para escalar edificios, incluso montañas. Pero también podremos darle muchos usos en combate. Gracias al gancho podremos tirar de las torres de vigilancia a esos molestos francotiradores, tirar al suelo a un enemigo que nos esté disparando,  colgar a un soldado panautino de una farola cercana y rematarlo mientras se balancea intentando soltarse. Podremos enganchar a un enemigo a nuestro vehículo y arrancar arrastrándolo tras nosotros. Además también nos servirá para acercarnos a un vehículo y apoderarnos de él, algo terríblemente útil cuando estemos bajo la mira de un helicóptero de combate.

También dispondremos de un paracaídas que nos permitirá, lógicamente, evitar las molestias derivadas de una muerte provocada por una caída de decenas de metros de altura. Además podremos usar el gancho en combinación con el paracaídas, con lo que nos impulsaremos mientras planeamos en un efecto tirachinas. Esto nos permitirá viajar largas distancias con el paracaídas, algo muy útil en las ocasiones en que queramos huir a toda prisa de un enfrentamiento o tengamos que recorrer un buen trecho de selva de un lugar a otro.

El entrenamiento, agilidad y forma física de Rico le permiten dominar lo que llamaremos salto acrobático. Gracias a esta habilidad podremos mantenernos sobre el techo de un vehículo, aunque este esté en marcha o incluso estando nosotros dentro de él inicialmente. Además podremos movernos por encima del vehículo, lo que nos permitirá ponernos tras el arma montada (en caso de tenerla, claro) o, si está tripulado por tropas enemigas, ponernos en la posición más ventajosa para eliminarlas y poder apropiarnos de un nuevo medio de transporte.

Cada vez que nos enfrentemos a las tropas de Panay o que destruyamos algo, subirá una barra de calor, es decir, la intensidad con que nos buscan. Al principio nos enfrentaremos a las tropas regulares que estén por la zona, no demasiado numerosas y con equipamiento básico. Sin embargo, conforme suba el nivel de calor las tropas enemigas contarán con mayores efectivos y armas. Y dado que, en general, los enemigos no son precisamente unos lumbreras, esto será lo que tendremos que vigilar si queremos evitar meternos en situaciones de las que ni siquiera Rico Rodríguez pueda escapar. Y es que en los nveles más altos de calor la cantidad de tropas será muy alta, y eso sin contar con los helicópteros, capaces de ponernos en serias dificultades en cualquier ocasión.

Para todos estos enfrentamientos podremos contar con un par de armas pequeñas y una más grande, amén de granadas de mano y de paquetes de C-4 con detonador a distancia. Entre las armas cortas (que podremos disparar solo una o una en cada mano) tendremos una pistola automática, un revólver de mayor calibre y un subfusil. Para el arma grande podremos elegir entre un rifle de asalto, una ametralladora pesada, un par de escopetas (recortada y de asalto), un lanzagranadas y un lanzacohetes. Y esta es toda la lista del armamento que tendremos. No es una mala lista, cierto, pero para un juego basado en la acción y en asolar todo sitio que pisemos se nos hace algo corta, la verdad.

También tendremos la posibilidad de realizar diversas carreras para descansar de tanta destrucción. En estas carreras tendremos que pasar por una serie de puntos de control en el tiempo indicado. Las habrá con vehículos terrestres, vehículos aéreos o incluso que requerian que nos lancemos al vacío sin ninguna clase de vehículo.

CONCLUSIONES

Just Cause 2 logra lo que se propone de una forma admirable. Coge los puntos fuertes de la primera parte y elimina todos, o casi todos, sus defectos, ofreciéndonos unos buenos ratos de diversión sin demasiadas complicaciones. Con una duración más que aceptable (siempre que no vayamos avanzando por la historia de forma sistemática, claro), unos gráficos espléndidos y una jugabilidad impresionante, nos lo pasaremos como enanos desatando nuestras ansias destructivas por todo Panau. Si te gustan los juegos con una acción frenética, ininterrumpida, y no te apetece calentarte la cabeza con estrategias complejas o tramas tan trabajadas como liosas, Just Cause 2 es una opción altamente recomendable, imperativa incluso, para tu colección.

Lo mejor

• Unos gráficos impresionantes, plagados de detalles.
• La iluminación es realmente buena.
• Acción frenética y sin complicaciones, ideal para cuando no nos apetece complicarnos mucho.
• El uso del gancho es realmente divertido una vez le pillas el truco.
• Bien jugado es realmente largo.
• Doblado al castellano, algo muy de agradecer.
• Más de mil kilómetros cuadrados para traer el caos con total libertad.

Lo peor

• La música es bastante sosa, no se hace notar.
• Pocas armas para un juego de tanta acción.
• Los modelos de los personajes no están al mismo nivel que el resto de elementos del mundo.
• Apenas podremos reconocer los vehículos.
• Los detalles gráficos como la nieve sobre Rico o las pisadas en la arena desaparecen de una forma muy brusca.

NOTA: 8,4/10